El espíritu del 68
El movimiento estudiantil de 1968 dejó honda huella en la sociedad mexicana y abrió el camino a las luchas de las generaciones siguientes.
En su momento, Carlos Monsiváis entendió la importancia de este fenómeno y apoyó, de diversas maneras, al Consejo Nacional de Huelga (CNH); más adelante, escribió sobre este suceso y sus secuelas; además, como coleccionista, recopiló de manera sistemática materiales de gran valor que han enriquecido el conocimiento de este suceso.
Por lo anterior, al cumplirse los cincuenta años de aquella efeméride, es un acto de justicia histórica y de utilidad pública montar en el Museo del Estanquillo esta exposición que presenta, de manera ordenada, las fotografías, panfletos, carteles y caricaturas reunidas por el escritor. Estas piezas permiten hacer una relectura de los antecedentes, el contexto, los escenarios, los actores y las ideas de esta rebelión.
La tradición de la resistencia que representa el 68 tiene sus bases en las luchas campesinas y obreras del México posrevolucionario. Es heredera del levantamiento de los ferrocarrileros liderados por Valentín Campa y Demetrio Vallejo en 1958, la protesta magisterial dirigido por Othón Salazar ese mismo año y del movimiento médico de 1964-1965.
La gesta estudiantil fue una respuesta ante la crisis y el agotamiento del sistema político mexicano encabezado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Se dio en el marco de la Guerra Fría y fue marcado por sucesos internacionales tan icónicos como la Revolución cubana (y el periplo del Che), la guerra de Vietnam y el macartismo.
En muchos de sus escritos, Monsiváis sostiene que el movimiento del 68 fue, ante todo, una insurrección moral antiautoritaria por los derechos humanos y también fue la primera rebelión moderna que abanderó la defensa de las libertades democráticas. Varios de los carteles, fotografías, revistas, caricaturas y obras gráficas aquí reunidos revelan que los jóvenes inconformes encontraron en la irreverencia, la antisolemnidad y la parodia una forma de lucha. El humor fue una respuesta contracultural ante los abusos de un poder autoritario, antidemocrático y represivo y ante los horrores de los regímenes estalinistas. Estas expresiones contribuyeron a transformar la cultura política nacional y ahora son parte de nuestra cultura ciudadana.
En su momento, el régimen hizo todo lo posible por esconder la matanza del 2 de octubre. Sin embargo, los estudiantes y un puñado de intelectuales, entre los que destacan Elena Poniatowska (con su libro-reportaje titulado La Noche de Tlatelolco), Eduardo del Río, Rius, y Carlos Monsiváis, lograron poner en el centro de la memoria colectiva la visión de los jóvenes reprimidos.
El del 68 fue un movimiento social y cultural modernizador y democratizador que sigue teniendo repercusiones políticas, sociales y culturales en el México contemporáneo. Fue el detonador que llevó a una reforma política que le abrió la vía legal a la izquierda. Obligó a los sectores progresistas a hacer una revisión crítica de sus ideas, cánones y paradigmas; impulsó la masificación de la educación superior, el resurgimiento de un sindicalismo independiente y abrió nuevos cauces políticos. Así mismo, en el ámbito cultural, estimuló el surgimiento de nuevas corrientes artísticas y estéticas, de publicaciones periódicas importantes y de diversos movimientos críticos y contraculturales.
El movimiento del 68 está en el origen del resquebrajamiento del régimen.
Rafael Barajas Durán.