Introducción

Leopoldo Méndez. Pasión sobre papel (una exposición-testimonio)

Leopoldo Méndez fue uno de los artistas fundamentales del México posrevolucionario. Fue miembro destacado del movimiento Estridentista –la avanzada de las vanguardias artísticas en nuestro país–, activista de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), fundador y director del Taller de Gráfica Popular (TGP) y es considerado por muchos historiadores una figura clave de la Escuela Mexicana de Pintura.

Fue un grabador virtuoso, a la vez poderoso y exquisito, que hizo escuela y marcó a varias generaciones de artistas gráficos. Buscó divulgar y popularizar el arte y se esmeró en hacer de México un país mejor. Toda su vida trabajó para lo que él llamaba las causas “progresistas”: apoyó las causas populares, democráticas y nacionalistas a la vez que combatió al fascismo y sus aliados. Su postura tuvo una calidad ética incuestionable que trascendió nuestras fronteras. No en vano, en 1952, el Consejo Mundial de la Paz le otorgó el prestigioso Premio Internacional de la Paz.

La inmensa mayoría de las piezas que conforman esta exposición vienen directamente del archivo de Leopoldo, gracias a la generosidad y los buenos oficios de su hijo Pablo Méndez. Respetando la visión de su padre, y con la intención de proteger y divulgar el trabajo de este gran artista, Pablo donó decenas de planchas originales, grabados y libros a instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (CENIDIAP) y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) de Francisco Toledo. Sin embargo, el acervo más importante de este archivo llegó a manos de Carlos Monsiváis, uno de los más fervientes admiradores de Leopoldo, quien a su vez las donó al Museo del Estanquillo. De hecho, una de las salas de este museo lleva el nombre de Leopoldo Méndez.

Pablo Méndez conoce estas piezas como nadie. Su padre le habló de muchas de ellas y presenció cómo el artista grabó algunas obras maestras. Al hacer la curaduría de esta exposición, Pablo Méndez no sólo le rinde un merecido homenaje a un artista mexicano esencial; también deja un testimonio personal insustituible.