Carlos Monsiváis, el musical

Que la música es un tema fundamental en el pensamiento de Carlos Monsiváis es una verdad
conocida por sus lectores. Pero no es exagerado afirmar, luego de mirar esta exposición realizada
en colaboración entre el Museo del Estanquillo y la Fonoteca Nacional, que la música es un discurso
integrador del pensamiento y la formación del autor del libro de crónicas Amor perdido. A lo largo
de su existencia pudo conceptualizar la música como afición, pero también como manifestación de
la vida pública, como producto cultural y como referencia abarcadora. En los textos de Monsiváis, la
música es omnipresente: en el lugar menos pensado brota la referencia a un bolero o a un himno
religioso. Las aficiones del escritor abarcaban lo mismo la música de Bach que el gospel, el jazz y el
bolero.

Al releer su obra a la luz de la música se hace patente que es literatura que suena. Es crónica que
se vale de todo tipo de referencias para impresionar al lector. Entre las piezas y objetos que
pertenecen a las colecciones de Monsiváis, tanto las custodiadas por el Museo del Estanquillo, como
los 5,183 documentos sonoros al cuidado de la Fonoteca Nacional, se han elegido aquellos que lo
relacionan con sus preferencias musicales, pero también con lo mencionado en sus crónicas. No
basta una vida para pasar escuchando e investigando los vínculos de Monsiváis con una disciplina
especialmente apreciada por él.

Monsiváis sabía quizá miles de canciones; es notable el disfrute que revela su conocimiento de
momentos musicales en el cine o de repertorios de grandes cantantes. Monsiváis cantaba (era
especialmente afinado), parodiaba, citaba, escribió extraordinarios textos sobre figuras como
Agustín Lara, Chavela Vargas, Juan Gabriel, José Alfredo Jiménez, Pedro Infante… Hay en su obra
gran complejidad porque relacionó la música con las demás manifestaciones culturales de México.
Esta exposición pretende transmitir el enorme goce y conocimiento de Carlos Monsiváis por la
música.

Pável Granados