Introducción

Carlos Monsiváis fue un niño prodigio, un cronista fundamental de la Ciudad de México y uno de los intelectuales mexicanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. Su vida cotidiana y su lugar de trabajo parecían el caos, pero su cabeza era sumamente ordenada. Era rápido y erudito cual moderno buscador de internet, tenía memoria fotográfica y su cultura era amplia y diversa; además, era inteligente, riguroso y muy divertido. Fue un ciudadano comprometido con su ciudad, su país, su sociedad y su tiempo. Sus ideas, textos y propuestas jugaron un papel importante en la cultura nacional y dejaron huella.

Falleció a los 72 años, sin embargo, por la dimensión, diversidad y complejidad de su obra, da la impresión de que vivió varias vidas al mismo tiempo y que en todas trabajó febrilmente.

Además de ser un escritor prolífico, fue un coleccionista voraz. Entre los objetos que atesoró encontramos libros, estampas, documentos, miniaturas, maquetas, memorabilia, antigüedades, caricaturas, fotografías, curiosidades y demás piezas de valor histórico y cultural. El grueso de estas obras tiene relación con su amor por su ciudad, y resulta significativo que el cronista haya buscado compartir su colección con los habitantes de la Ciudad de México. El 23 de noviembre de 2006, el Museo del Estanquillo Colecciones Carlos Monsiváis abrió sus puertas; su acervo cuenta con más de veinte mil piezas.

En vida, Carlos tenía fama de tener el don de la ubicuidad, pues podía estar, al mismo tiempo, en dos distintos programas de televisión, en una entrevista de radio, brindando conferencias en dos universidades y hablando por teléfono con tres amigos a la vez. Hoy, a más de seis años de su fallecimiento, se puede afirmar que Monsiváis sigue teniendo este don, pues a pesar de que está en el más allá, sigue activo en el más acá, ya que continúa enriqueciendo la cultura nacional. Este milagro no sólo se debe a la vigencia de su obra periodística y literaria, sino también al Estanquillo, donde se han montado diversas exposiciones que reflejan sus gustos y sus preocupaciones. Así, en los muros de estas galerías se han alternado la historia del retrato con la de las grandes causas nacionales, la lucha juarista con la de las minorías sexuales, gestas como el movimiento estudiantil de 1968 con la solidaridad del sismo de 1985, la obra de pintores consagrados como Francisco Toledo y Vicente Rojo con la de artesanos poco conocidos y con la de moneros como Cabral, Audiffred, Alberto Isaac y Rius, y obras canónicas del arte nacional con fotografías, carteles e historietas.

La presente exposición le hace un homenaje a los rituales del Carlos; por eso hemos procurado que, en la medida de lo posible, el propio escritor esté presente en cada sala. Asimismo, esta muestra hace un recuento del trabajo que ha realizado el Estanquillo a lo largo de sus primeros diez años de vida y congrega obras y nichos de las distintas exhibiciones que ha montado.

Para Monsiváis, la cultura era vital, divertida y lúdica. En esta exposición tratamos de honrar su idea de que este museo debería ser “como un Museo del Papalote [el museo del niño], pero para adultos”.

Rafael Barajas, el Fisgón